Ocaso
Dejé de sentirte en mis rodillas
durante una puesta de marzo
y por supuesto, fue sin quererlo.

Extravié el morbo de tu inicial
peligrosa, urgente
con el abandono inmutable
de un náufrago amnésico.

La humedad de tus labios febriles
se olvidó de atormentarme en la sombra
mi pecho, impaciente por no respirarte
así, de la nada, no supo inventarte
una tarde cualquiera de inicios de marzo.

Ya sé. Desde entonces me siento más libre
más pura, más leve… con menos secretos
me estiro en la luz y acepto los hechos
pero algo me falta:
creo que es tu veneno.

Extraño tus ojos punzantes. Tus hombros morenos.
Tu voz tierna que ondeaba mi sueño.

La curva se alisa y me aburre pensarlo
¿qué tal si un día de estos me olvido del mar?
por eso he dormido esperando encontrarte
que cuando el sol quiera
me irás a llamar.

Alba
Me hablaste, y ahí estaba el sol
en realidad nunca se había ido
otra vez
ya te estoy sintiendo.