dibujo a lápiz

… so I’m changing who I am

cause what I am’s not good

and I know you love me now

but I don’t see why you should

and I don’t see why you should

no I don’t see why you should …

Sixpence none the richer, I've been waiting

Entonces, resulta que había una vez un bosque todo gris, con muchos árboles muy altos y flacos, sin hojas, y el principito estaba parado allí en un claro, llevando en una mano la cajita con el borrego y junto a él, el zorro al que había domesticado.

La escena sugiere frío, sombra invadida de una claridad flotante, y el bosque de verdad da miedo. Hay mucha bruma y no se ve un alma por ahí. Nada. Sólo el principito y el zorro en el claro. Pero cuidado, si uno mira más detenidamente, tras un árbol del fondo se distingue una pequeña mancha oscura. A primera vista podría ser una rama trunca, o una deformación del árbol. Pero no! es la cabeza de un duende que se asoma, y no parece ser muy bueno. Tiene la cara como de un Nosferatu oscuro y boscoso, como de esos espíritus de la naturaleza que no se consideran ni plantas ni animales, sino una extraña mezcla entre ambos.

El principito está ahí, parado, la mirada impávida como en el dibujo de Exupéry, y parece que flota en la bruma. No se ven sus pies, ni los del zorro. El y el zorro son totalmente blancos, sin difuminar, puros, en contraste con los claroscuros del bosque circundante. La goma ha hecho un muy buen trabajo allí.

Entonces, pienso en muchas cosas, en un dolor muy antiguo tal vez, en la inocencia perdida, en el temor a una consciencia que desgarre, en angustia, fracaso, soledad, tristeza, ausencia de Dios, un grito pidiendo ayuda. Y también pienso en fantasía, dulzura, energía, vitalidad, sensibilidad, fortaleza, genialidad, talento, brillo divino, capacidad de dar, esperanza. O no sé, tal vez pienso demasiado. Tal vez es sólo un dibujo a lápiz.