Paseo vespertino

Ayer llegué del trabajo con bastante energía potencial extra, y me surgió la necesidad de hacer una de mis caminatas deportivo-filosofales. Necesariamente llevo música, y camino bastante rápido, pa' que aumente el ritmo cardiaco ... y también para compensar el hecho de que me detengo mucho, especialmente por encuentros con ciertos seres...

Primero me encontré con una perrita sumisa, blanca y rizada, que me vio y movió la cola; cuando me acerqué a acariciarla bajó la cabeza como si hubiera hecho algo malo. En realidad creo que le daba emoción y no sabía manejarlo.

Seguí caminando, me salieron seguidas como 3 de Placebo: Leni, Peeping Tom y Slave to the wage, yo, feliz.

Después me salió al paso, mejor dicho estaba sentada en el portal de su casa, serenamente, una gata híbrida entre siamés y atigrado. Como soy muy educada la saludé, ella contestó como toda una duquesa, parece que le dio gusto que la saquen de su tedio porque se me acercó, bizca, y mostró su embarazada panza al revolcarse mientras le rascaba el cuello.

Antes de cruzar la calle vi a dos niñitas de unos 5 y 7 años paseando con correas a sendos perros malteses miniatura. El más pequeño, uno negro, corría y obligaba a la niña a hacer lo mismo. Creo que esta clase de perros solo debe permitírsele a niñas de esa edad y tamaño. En mujeres adultas y como accesorios dentro de una bolsa se ven totalmente ridículos; con las niñas se veían más reales.

Pasé por una casa repleta de gatos, oscura, sucia y semiabandonada, pero a esos gatitos nunca los toco porque siempre están enfermos y maltrechos, y además son hoscos. Una pena.

Después pasé por donde está mi árbol. Mi árbol es un señor enorme, un sauce, que está en un parque entre unas casas sombrías y ocupa un gran espacio, realmente es gigante. Le digo mi árbol de cariño, no porque en verdad lo sea, siempre que puedo me recargo en él y la verdad es bien protector. Frente a ese árbol hay una casa que tiene un árbol podado, solo son ramas gruesas, y en una descansaba un gato como el de Alicia en el país de las maravillas. O sea en esa pose y con esa autocomplacencia, por lo demas era totalmente normal. Arriba del portal de su casa había una calabaza de barro, lo cual daba un aspecto algo tétrico al cuadro. Saludé al gato pero le dio tremenda hueva.

Pasé por donde había un perro mordisqueando huesos pero no le dije nada, no vaya a ser que se moleste.

Después vi unos perros homosexuales en el tejado de una casa. Uno era blanco, el otro negro, y se turnaban para montarse; no es que sea yo voyeur zoofílica pero es que esos perros no eran nada discretos. Bueno, así son los perros.

Casi al final de mi trayecto pasé por una ventana desde la cual me miró fijamente un perro de cara larga y ojos tranquilos. Y así terminé mi caminata, llegué a mi casa muy relajada y me puse a ver el fútbol con mi madre, cerveza de por medio. Hoy cumplo un año más de habitar este cuerpo, y estoy muy satisfecha con todos los paseos que he podido hacer; parece que la vida es para mí como un sorprendente paseo vespertino...