Perro de ojo azul (uno)

El otro día por la mañana había en el estacionamiento un perro perdido, de esos que no tienen nada que hacer en un lugar pero ahí están, como si nada. Era blanco con beige y cuando lo saludé -cuando veo a un perro lo saludo, con algunas excepciones- corrió a mi encuentro como si me conociera de hace mucho. Me seguía y movía la cola esperanzado, no sé si olía la comida dentro de mi bolso o simplemente le agradó socializar. Cuando me miró noté que uno de sus ojos era azul claro, celeste, y que tenía un no muy ligero estrabismo que hacía que su mirada fuera aun más tierna. Me acompañó su imagen todo el día, y me acordé de un cuento de García Márquez que se llama Ojos de perro azul (nótese que allí lo azul es el perro y no el ojo) y pues lo leí; me pareció todo surrealista y onírico y déjàvusesco, algo confuso -lo releeré- pero bonito. Me gustó la parte donde dice:

Nuestros encuentros terminaban siempre así, con el caer de una cucharita en la madrugada.

No sé, se me hizo dulce.

Y ahora, tómala, ahi va esto que se me acaba de ocurrirrrts:

se llama.. mmmm...
ash no sé, no se me viene ningún título a la mente. Ahí luego.

Desconozco los matices de tu cielo
cada vez que me derrites la nostalgia
y arrebatas con tu fe de terciopelo
lunas grises que jamás pertenecieron
a mis manos.

No comprendo el fervor en tus oídos
perlas húmedas que caen, tus anhelos
tu pasión no me libera, me hace insomne
pero quiero conocerte, amar tu cuerpo
como te ama el fuego azul
como algo incierto.

Sólo sé del olor-paz de tu cabello,
que tus ojos son benignos, y en mi carne
muy certeros.
Que el color tibio en tu voz nos reconforta
las heridas en tus brazos y en mi tiempo.
Mis deseos y tus labios encendidos
son señales que algun día
entenderemos.